Consumidora de hasta el 12,8 % de toda la energía empleada en el sector industrial, la industria química comparte el reto con el sector farmacéutico, responsable de la emisión de 48,55 toneladas de dióxido de carbono por cada millón de dólares producido, de mejorar su sostenibilidad, tal y como destaca EIG.
Solo la automatización pone en manos del sector químico-farmacéutico las herramientas necesarias para aumentar su compromiso con el medio ambiente sin que su capacidad productiva se vea afectada.
La industria químico-farmacéutica en España es uno de los actores destinados a marcar el desarrollo de la economía del país a lo largo de los próximos años; ocupando el segundo puesto en volumen de exportaciones y el primero en recursos destinados a I+D+i.
Sin embargo, en un contexto en el que tanto la sociedad como las distintas administraciones y gobiernos estatales y supraestatales no cesan en aumentar sus demandas en materia de sostenibilidad y respeto al medio ambiente, es un sector que se encuentra en el punto de mira.
Una situación que no debería extrañarnos si tenemos en cuenta que es uno de los sectores que más energía consume y con unas emisiones asociadas a su producción más altas de todo el tejido industrial español. En concreto, la industria química consume hasta el 12,8 % de toda la energía empleada en el sector industrial.
La inversión en automatización y robotización, junto a la puesta en marcha de proyectos digitales, deben ser los factores clave para cualquier compañía química y/o farmacéutica
La farmacéutica, por su parte, aunque solo hace uso de un 1,5 % de esta energía, es una de las más contaminantes, emitiendo hasta 48,55 toneladas de dióxido de carbono por cada millón de dólares producido. Por ponerlo en relieve, el sector farmacéutico produce un 13 % más de emisiones de carbono que el automovilístico, a pesar de contar con un mercado un 28 % más pequeño.
Un preocupante panorama en el que la automatización se presenta como el único fenómeno capaz de permitirles reducir estas emisiones y consumo energético, sin perder capacidad productiva por el camino.
Por suerte, el químico-farmacéutico es un sector que siempre se ha situado a la vanguardia en materia de innovación. Un hecho que le otorga un destacado potencial innovador y una posición ventajosa a la hora de aprovechar las ventajas y beneficios de la automatización industrial.
Así, nos encontramos en un punto en el que la inversión en automatización y robotización, junto a la puesta en marcha de proyectos digitales, deben ser los factores clave para que cualquier compañía química y/o farmacéutica se convierta en una empresa adaptada a los ritmos y las necesidades del Siglo XXI y la Industria 4.0.
Porque la automatización no solo permitirá al sector a cumplir los objetivos impuestos en materia de sostenibilidad y respeto al medio ambiente, sino que las otorgará una grandísima capacidad de adaptación a factores tan capaces de marcar su futura competitividad como los cambios en las necesidades del cliente, en el marco regulatorio y en los costes operativos. Especialmente importante este punto en un momento en el que el precio de la energía no para de aumentar hasta máximos históricos.
Las soluciones aportadas por la 'cuarta revolución industrial', que van desde la inteligencia artificial al machine learning, pasando por el análisis predictivo, el blockchain, la robotización y, sobre todo, la automatización, permiten a los fabricantes de productos químicos y farmacéuticos transformar sus procesos productivos y de negocio en aras de lograr ventajas competitivas que las permitan no solo sobrevivir, sino destacar en un mercado totalmente globalizado.
Si la sostenibilidad ha de ser el fin último que persigue cualquier proceso de automatización, como decíamos, esta otorga una serie de ventajas competitivas entre las que destaca por encima de toda la reducción de los costes de fabricación.
La automatización permite una mayor eficiencia global del equipamiento que se traducirá en una significativa reducción de su consumo energético
Llevando a cabo un proyecto de automatización industrial, cualquier empresa químico-farmacéutica verá cómo mejora la optimización y mejora de sus procesos productivos, evitando así grandes pérdidas productivas como las pérdidas de utilización, pérdidas de rendimiento y pérdidas en la velocidad del proceso.
Además, la automatización permite una mayor eficiencia global del equipamiento que se traducirá en una significativa reducción de su consumo energético, fundamental para reducir los costes operativos totales.
De esta manera, si al proyecto de automatización se suma una instalación de autoconsumo (se estima que, para 2025, hasta el 50 % de las cubiertas industriales contarán con placas de energía solar fotovoltaica) se podrá reducir de manera casi total el consumo energético del centro productivo, a la vez que se eliminan las emisiones contaminantes al emplear solo energía limpia y se logra una necesaria independencia tanto del sistema energético como de los vaivenes de este.
Por su tradicional vocación innovadora y de situarse a la vanguardia tecnológica, no hay dudas de que el sector químico farmacéutico será uno de los que antes y más aprovechará las ventajas tanto de la automatización como del autoconsumo. Muchas empresas ya se están aventurando en el desarrollo de proyectos que les permitirán mejorar sus procesos productivos, sostenibilidad, y competitividad.
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